martes, 12 de febrero de 2008

Alegoría


En esta entrada añado lo que me tocó sobre la definición de alegoría, el Trauerspiel de Benjamin y la teología de Henri de Lubac.

1 comentario:

Urani Montiel dijo...

LA ALEGORÍA EN EL BARROCO

La imposibilidad de penetrar el esquema divino del universo no
puede, sin embargo, disuadirnos de planear esquemas humanos,
aunque nos conste que estos son provisorios.

Borges. “El idioma analítico de John Wilkins”.

En clase se mencionó que el Trauerspiel fortalece la virtud de los espectadores al darles el carácter de protagonistas. La representación (teatral, pero también pictórica, arquitectónica, etc.) se materializa y pierde sus cualidades de ficción. Un sistema estructurado y narrativo se presenta por medio de algo tangible, la alegoría. Ideas abstractas son almacenadas en figuras, grupos de éstas, serie continua de metáforas, acciones, símbolos o atributos; es decir, un acto, toda una experiencia que, por lo general, se manifiesta a través de una personificación. Entidad construida a partir de la fragmentación, de la añadidura o acumulación de partes pertenecientes a otros sistemas que se unifican en el acto de contemplación. Una alegoría se dirige a los sentidos (en especial, el de la vista) y es la puerta que pone en contacto directo al espectador con el mundo de la imaginación; prefigura un sentido distinto del que se deriva del recto significado de las palabras o imágenes.

La alegoría hermenéutica es un método de interpretación puesto en práctica en el s. VI AC, con Teágenes de Regio en lecturas de Homero y Hesiodo. (García-Gual 167-74). Esta forma de exégesis fue asimilada por la retórica donde la alegoría es usada como una figura del pensamiento. El sentido alegórico supone que tras lo literal del texto (mitos, en la tragedia griega; hechos históricos en el Trauerspiel) se esconde un sentido moral y la expresión simbólica de un conflicto (entre fuerzas de la naturaleza y el héroe, en los mitos; entre la fuerza de la naturaleza y el devenir de los eventos históricos, en el Trauerspiel). Mito y filosofía se entremezclan para aportar a la alegoría sus temas y sus métodos. En general, las narraciones míticas y los pasajes hagiográficos son violentos; su forma alegórica rescata un saber profundo encriptado, mediante un código poético.

El método de Benjamin cumple una cierta trayectoria: “proceeding from intrinsic, formal properties, he sought to unfold the immanent idea latent in their objects” (McCole 115). La referencia a esta idea inmanente nos enfrenta a la verdad filosófica contenida en una obra (v. lo que María escriba sobre la verdad). Benjamin evita las implicaciones de una concepción idealista del símbolo como una apariencia de una idea en una obra de arte. Benjamin decodifica la visión de la historia como una catástrofe permanente, o mejor dicho: recurrente. El drama barroco es considerado parte primordial de la cultura en una época de decadencia. “Yet Benjamin discovered that so-called eras of decay have a coherence all their own, confirming his suspicions about the lamento ver the decay of a classicist cultura in his own times” (McCole 116).

La forma propia del Trauerspiel es la alegoría. Benjamin retoma el concepto y lo ubica en un tiempo específico desde donde va configurando uno nuevo, con miras a otros periodos. Para él la especificidad del Trauerspiel reside en el contenido, pero su coherencia total, al ser también un objeto estético, emerge solamente de la relación entre forma y contenido. La alegoría es el reflejo o rastro visual del contenido. Benjamin sugiere que la interrelación entre forma y contenido se repite también entre contenido material y contenido de verdad. La función de una idea o forma estética (sin ser específica del Trauerspiel) es convertir lo histórico, contenido material de cada obra de arte, en contenidos de verdad filosófica. Sin embargo, él entiende que el contenido de verdad es el material metafísico de una obra de arte. Así que lo estético y en consecuencia, su forma final: la alegoría, es la llave para el contenido metafísico.

La teología de Henri de Lubac sigue de cerca al pensamiento tomista y al deseo de sentir y ver a Dios. La teología de Lubac retoma la interpretación tipológica desmitificadora de las Escrituras, propuesta por el apóstol Pablo y desarrollada en la Edad Media hasta el establecimiento del proyecto humanista. La desmitificación le da a Cristo un papel único para el entendimiento de toda revelación: los dos testamentos y el cosmos (totalidad de tiempo y espacio). La exégesis medieval, publicado en 1959, es un estudio tipológico que esquematiza y unifica la Historia Sagrada. El Antiguo Testamento es, entonces, una prefiguración, una alegoría de la llegada de Cristo, un Cristo que adquiere temporalidad. Lubac aclara que en tiempos de Pablo los términos tipología y alegoría son análogos. “De este modo, la alegoría de los primeros cristianos, no es sino la interpretación de los tipos o figuras que en Israel anunciaban a Cristo, mediante el discernimiento de la relación de la figura con la verdad de la letra y el espíritu” (Varo-Zafra 273).

Es importante distanciar a la alegoría del ornato y encaminar la investigación a una descripción como técnica constitutiva del barroco. No es un elemento añadido a los efectos de la elaborada decoración de un texto en cualquier soporte, sino una conjunción de elementos que encarnan lecturas y comportamientos. Las alegorías forman parte esencial del discurso de la cultura y del problema de lo barroco. Su análisis acentúa la significación cristiana de cualquier obra y acentúa, simultáneamente, su vertiente metafísica.


García-Gual. Introducción a la mitología griega. Madrid: Alianza.

McCole, John. “Allegorical destruction.” Walter Benjamin and the antinomies of tradition.

Varo-Zafra, Juan. Alegoría y metafísica. El problema de la alegoría en San Juan de la Cruz. Universidad de Granada, 2006.