Algunos conceptos de Wölfflin respecto al Barroco desde una perspectiva del estudio del arte:

“Los grandes maestros del Renacimiento han introducido ellos mismos el barroco. Este ha surgido de estilo en pleno apogeo. Roma ha quedado como cabeza de la evolución artística” (44-45).

“. . . el barroco romano es la transformación más completa y la más radical del Renacimiento” (45).

“De un lado el barroco está delimitado por el Renacimiento, de otro por el neoclasicismo que comienza a manifestarse en la segunda mitad del siglo XVIII; en total abarca aproximadamente dos siglos” (45).

"El barroco en sus comienzos es pesado, masivo, comprimido, severo; a continuación escapa poco a poco a su pesantez primera, el estilo gana en ligereza y alegría; al final se llega a disolver como combinándose todas las formas tectónicas; a esta última etapa la designamos con el nombre de rococó "(45-46)

“Toda innovación es un síntoma del estilo barroco naciente” (46).

“A diferencia del Renacimiento, al barroco no se acompaña de ninguna teoría” (55).


[El barroco] Recurre al poder de la emoción para conmover y subyugar directamente. Lo que aporta no es animación regular, sino sobresalto, éxtasis, embriaguez. Tiende a dar una impresión del instante. . . (79)


El barroco ejerce momentáneamente sobre nosotros una fuerte acción, pero nos abandona muy pronto dejándonos una especie de náusea. No evoca la plenitud del ser, sino el devenir, el acontecimiento; no la satisfacción; sino la insatisfacción y la inestabilidad. Uno no se siente liberado, sino arrestado al interior de la tensión con un estado apasionado [ y es grande y colosal en tamaño] (80).


“El barroco sólo crea en grande” (87).


“Efecto de masa y movimiento son los principios del estilo barroco” (109).

El barroco actúa por la ausencia de la forma, la cual excita aquello que debe ser superado (127).


El barroco . . . exige una unidad absoluta y las partes laterales son sacrificadas (85).


Wölfflin es prácticamente apolítico comparado con Maravall; su vertiente es más bien la de un crítico de arte.


Saludos

Xavier G.