martes, 4 de marzo de 2008

El concepto del marco y el barroco


El concepto del marco y el barroco

Según José Ortega y Gasset en su “Meditación sobre el marco” el marco es esencial para cualquier cuadro ya que sin éste el cuadro está prácticamente en cueros (371). Obviamente para Ortega la relación entre el cuadro y el marco es fundamental y vital como “. . . el sistema nervioso exige el sanguíneo y viceversa; como el tronco aspira a culminar en una cabeza y la cabeza a asentarse en un tronco” (371). ¿Entonces, cuál es la significancia del concepto del marco para ayudar a definir el Barroco?

Uno de los puntos de Ortega que encajaría con el estudio del Barroco es su admisión que el discurso del arte puede ser “tan complejo y divino. . .” (371). Pero él elabora más en resaltar las paradojas metafísicas que ejecuta el marco--que me recuerdan bastante a “la razón de la sin razón” en don Quijote. Por eso se resalta que lo que se ve dentro del marco--el cuadro-- “está sin estar” ya que lo que se ve dentro del marco es nada más que una metáfora de objetos y seres tangibles (372). De hecho, se comparan las características paralelas del cuadro con la poesía, música o cualquier trabajo de arte, puesto que el cuadro abre ventanas a irrealidades dentro de nuestra realidad tangible (372).

Ortega se adelantó al concepto de la realidad virtual del film The Matrix ya que enfatiza que dentro del marco se “goza una existencia meramente virtual” (372). El marco demarca estos mundos distintos. En efecto, películas como The Matrix usan la alegoría y cuestionan nuestra noción de lo que es real o no como en el clip en donde Morfeo le da a escoger a Neo entre la píldora azul y la roja. El espectador, ya sea dentro de una multitud en el cine o individualmente en su sala o recámara es transportado a otro mundo--virtualmente--dentro de su mundo. El marco para nosotros, el público, en este caso sería el marco de la pantalla del cine, televisión o monitor de computadora en donde se ve el film. Por lo tanto, según Ortega, el marco tiene una función especial--la de “aislador” ya que sin marco se pierde “el garbo y sugestión” por la falta de la demarcación necesaria entre nuestro mundo “real” y el quimérico del cuadro en donde el marco dorado es el superior por su habilidad metafísica de resaltar el triunfo esplendoroso de la reflexión (373-374). Aunque las televisiones, monitores y pantallas de nuestras computadoras portátiles tengan más público, ya sea individual o en masa, que el teatro, la analogía de Ortega en donde se considera a la boca del telón como un marco que delimita--en donde la escena es el cuadro--continúa siendo relevante porque todos esos dispositivos tecnológicos de entretenimiento mencionados anteriormente son también delimitados por un marco (374). Por eso, según Ortega, la boca del telón tiene una función metafísica como el marco de una pintura: “. . . nos advierte que en el hinterland imaginario de la escena, abierto tras él, empieza el otro mundo, el irreal, la fantasmagoría” (374). Esta perspectiva es paralela con algunos conceptos del barroco como el cuestionamiento de la realidad. Cabría añadir también, el caso de los videojuegos contemporáneos ya que estos no sólo transportan a otro mundo o dimensión sino que activamente hacen parte al individuo o individuos (como en las comunidades de videojuegos en línea) de esa “realidad irreal.” En efecto, las nuevas tecnologías de entretenimiento permiten al público de penetrar el marco y convertirse parte del cuadro por medio de un avatar--personalidad virtual que puede adoptar un usuario en un videojuego o incluso en algunas comunidades 3D en el Internet como Second Life.
Los conceptos de Ortega de mundos dentro de otros mundos y el germanismo hinterland--para referirse a una zona influyente y con efecto para el espectador--de su cita anterior hacen ecos a la filosofía de Heidegger; pero hay que recordar que Ortega realizó estudios en Alemania y que tanto Heidegger como él estudiaron con los jesuitas--los patrones tradicionales del barroco ¿coincidencia o habrán influido estos clericós intelectuales del catolicismo—los jesuitas--en los conceptos místicos-filosóficos de estos pensadores?
Finalmente, el concepto del marco como metáfora para expresar los límites de realidades alternativas dentro de nuestra realidad hace bastante sentido para el estudio del Barroco contemporáneo, el neo barroco. Pero si se toman en cuenta otras opiniones respecto al concepto del marco--como el de la profesora Angela Ndalianis--el barroco rompe el marco. Esto es, porque el barroco no respeta los límites del marco (The frame); Ndalianis nos da de ejemplo la pintura de Pietro de Corona en el techo del Palazzo Barberini--La glorificación de Urbano VII (1633-39) con la siguiente razón:
The lack of respect for the limits of the frame is manifest with intense visual directness in baroque attitudes towards spectacle. The impact and meaning of Cortona’s ceiling painting depends on the interaction and combination of multiple, shifting view points and narrative perspectives all of which operate to collapse the classical function of the frame. The frame is present so that its function can be undermined. Open systems typical of the neo-baroque permit a greater flow between the inside and outside, and operate according to a polycentric logic. (“Architectures of Vision”)

Para Ndalianis el sistema del barroco y el neo-barroco carece de los parámetros establecidos por el marco porque produce, en sus palabras, “an unlimited space coninuum” que produce un efecto cautivante y profundo dentro de las enigmáticas profundidades del infinito, lo que Focillon etiqueta como el sistema del laberinto (Ndalianis, “Arquitectures of Vision”).

El mismo Ortega en su ensayo específico sobre el Barroco, “La Voluntad del Barroco,” tiene esto que decir respecto a la transcendencia constante (la continuidad infinita) del estilo barroco: “Hay en este estilo tal y como parecen demandarlo los tiempos, una interpretación de la vida como riqueza y variación inagotable” (249). Pero no lo menciona en su análisis del concepto del marco. En fin, el concepto del marco en el estudio del barroco es esencial. Tanto Ortega como Ndalianis tienen razón--el marco es nuestra ventana a otra dimensión, a otra realidad, como en una obra de arte cautivante, película o videojuego; esto concordaría con el concepto de Ortega sobre el marco. Sin embargo, hay que admitir que a veces, como en el caso de las pinturas de techo de Cortona o la infinita posibilidad de series que el barroco (y neobarroco) se permite por el hecho de que se da licencia de no respetar el concepto clásico del marco como parámetro final--no sólo en pinturas sino también en las narrativas de las continuaciones de películas, novelas, cómics y videojuegos (Evildead/Evildead II, Alien, Aliens, Alien cómics, Alien videojuegos etc.) ya que no respetan el marco tradicional de la trama puesto que estas obras se adaptan y continúan según convenga, como Ndalianis lo ilustra años más tarde en su libro Neobaroque Aesthetics and Contemporary Entertainment.

Obras citadas
Ortega y Gasset, José. “Meditación del marco: Buscando un tema.” Obras de José Ortega y Gasset. Madrid: Espasa-Calpe, 1932. 369-376.
---. “La Voluntad del Barroco.” Meditaciones sobre la literatura y el arte. Madrid: Castalia, 1987. 237-252.
Ndalianis, Angela. “Architectures of Vision: Neo-Baroque Optical Regimes and Contemporary Entertainment Media.” Online Posting. December 19, 1999. Media in Transition Conference at MIT. Feb. 28 2008

1 comentario:

Miriam Peña-Pimentel dijo...

Siguiendo a Ortega Gasset, el marco cumple la función de límite. Es la frontera entre “lo real” y “lo artístico”, entendiendo arte, en este caso como algo fuera de la realidad que tiene un mundo propio al que se accede sólo al cruzar deliberadamente la advertencia que da el marco. El ensayo sugiere que el marco no es propiamente un adorno, aunque cumple también esta función; siguiendo así puede decirse que el adorno posible de un marco es un equivalente a la cantidad de advertencias en las fronteras entre países; por lo tanto: a mayor adorno, mayor “advertencia”, sin que esto esté relacionado directamente con el tipo de fantasía que, valga la redundancia, enmarca. Entonces, tal vez, un espejo enmarcado abre “puertas” a un universo paralelo en apariencia idéntico al nuestro. El problema aquí es que si no existe tal marco la frontera se borra y ambos mundos confluirían compartiendo tiempo, espacio y algunas de sus características.

Al mismo tiempo en que el marco crea una frontera entre en mundo de adentro y el de afuera; es el primer contacto visual que incita a centrar la atención en el mundo que resguarda. Entonces, puede decirse que un marco atrae las miradas a base de la invitación y la advertencia. Sin embargo, no todo lo que circunda es un marco, ni es necesario que lo haga para que lo sea: el ejemplo de la mantilla y el del telón del teatro; donde no llama marco a la primera a pesar de que delinea la cara, pero sí llama marco al segundo por ser el límite entre el “mundo real” y la ficción del escenario.

Tal vez generalizando, todo aquello que permita, invite, sugiera y advierta del paso entre dos realidades puede ser llamado marco. Una sala de cine en el momento de apagar las luces se vuelve un marco, a pesar de ser una situación. La cubierta de un libro también es un marco, pues está entre los dos mundos (una pregunta sería ¿si todos los libros de todos los géneros entran en esta categoría de marcos, pues Ortega y Gasset enfatiza la característica de “ficción”; por lo tanto, todo libro que no sea de ficción, no posee marco alguno, pues, a pesar de contar con portada, no es un mundo otro?).